Publico una reciente entrevista a Léo Tamaki, con permiso del mismo. Le agradezco la ilusión por compartir su visión de las artes marciales. Mucha más información sobre las artes marciales se puede consultar en su blog personal
Budo No Nayami, que aconsejo vivamente visitar.
Espero que disfruteis!
"Léo Tamaki es uno de los colaboradores regulares de Dragón y muchos lo conocen a través de sus rúbricas y de las entrevistas excepcionales que realizó a los más grandes maestros.
Sin embargo es probable que entre ustedes pocos sepan que él es también uno de los practicantes más talentosos de su generación. Aceptó pasar al otro lado del micrófono. Por Pierre-Yves Bénoliel.
Buenos días Léo, ¿nos puedes hablar de tu recorrido marcial?
Empecé a practicar el Judo alrededor de los seis años. En la adolescencia cambié para el Kung-fu, eso impresionaba más a las chicas. (risas) Después pasé por una forma de defensa personal, luego el Full-contact y el Karaté. Al final comencé a practicar el Aikido a los veintiún años y el Shinbukan hace cuatro años.
¡Son casi treinta años de práctica!
(Risas) Sí, dicho de esa manera puede parecer impresionante. En realidad hubo uno o dos años sin práctica, pero sobre todo más o menos hasta los dieciocho años era solamente una práctica de recreo. Al fin y al cabo llevo más de veinticinco años practicando, con, digamos, unos quince años intensivos.
Se ven muchos jóvenes que pasan de una práctica suave a una disciplina dura. Por ejemplo, adolescentes que practicaron el Aikido cambian para el Karaté, el Taekwondo o el Jujitsu. Tú seguiste el proceso contrario. ¿Fue porque el combate ya no te interesaba?
Es verdad que en general los practicantes dejan una práctica "externa", dura, por un trabajo más suave cuando envejecen y cuando ya no les interesa el aspecto de combate. No fue el caso para mí.
Siempre he apreciado el combate y todavía me gusta. Pero encontré en el Aikido y luego en el Shinbukan prácticas suaves que me parecieron más eficaces. En Japón decimos "Ju yoku go o sei suru", lo suave supera lo duro. Dicho eso, no hay que creer que la transición se hizo de manera tan clara, sencillamente con el cambio de disciplina. Cuando empecé a practicar el Aikido lo practicaba de forma muy dura y eso durante casi diez años. Por lo demás practiqué durante un momento el Kyokushinkai paralelamente con el Hombu dojo en Japón. ¡Es difícil luchar contra la testosterona cuando uno es joven!
Así que necesitaste unos diez años para abandonar el combate.
Oh no, todavía sucede que combata, aunque ya no es tan frecuente como en el pasado. Aún estoy en plena formación en mi práctica. Entonces necesito evaluar con regularidad el interés de tal o cual clase de trabajo a través de sus resultados. Pienso que llega un momento en el que ya no es necesario combatir. Pero todavía no he llegado a tal punto. La cosa es no combatir por combatir, no enfrentarse por gusto, para satisfacer el ego. El combate es un test, no tiene que ser la base de la práctica. Ése fue mi caso durante mucho tiempo.
Lo esencial en la práctica marcial tal como la concibo es la modificación de la utilización del cuerpo. Y eso sólo lo podemos hacer a través de un trabajo técnico preciso. Desde el momento en que multiplicamos los combates, nos obsesionamos por la idea de la derrota o de la victoria.
Con el fin de vencer modificamos la técnica y el largo trabajo sobre el cuerpo desaparece de inmediato.
En las disciplinas que obedecen a pautas así como el Judo o el Karaté deportivos, los competidores modifican las técnicas al extremo preocupados por no salir del marco de las pautas. Al final esas modificaciones se difunden en la disciplina de origen que poco a poco está perdiendo la riqueza de su enseñanza. Los cambios los efectúan unos competidores que no dominan más que una parte superficial de la disciplina y su visión a corto plazo elimina todo lo que sólo produce resultados a largo plazo. Aunque estos resultados son mucho más importantes y eficaces.
Demasiado a menudo el combate es un medio para tranquilizarse, para halagarse el ego y el deseo de potencia, de dominación. En los deportes de combate eso es un ritual que dista mucho del combate real para sobrevivir en el que son muy peligrosas las costumbres que se ha procurado volver espontáneas dentro de un marco seguro.
¿Puedes precisar lo que quieres decir con eso?
Imagínate a un campeón de deporte de combate que se ha entrenado durante diez o quince años de manera intensiva. Considera que él practique una disciplina de pies y puños. Sus centenas o miles de horas de entrenamiento no lo han preparado para reaccionar a una patada en las partes íntimas ya que eso está prohibido en su deporte. Cuando lo golpean en el vientre él contrae los abdominales. Pero ¿qué pasa si en vez de un puño es un cuchillo lo que recibe? Es lo mismo para un practicante de una disciplina de lucha que suele tener una guardia en la que su semblante está muy cerca del de su adversario, y en la que tiene la pelvis hacia atrás. ¿Qué pasa si su adversario le da un cabezazo?
Los reflejos que desarrollan los atletas de deporte de combate están relacionados con preconcepciones que son lógicas respecto a las pautas de su disciplina y que les permiten ser más eficaces dentro de este marco. Pero las pautas de los deportes de combate son algo espantoso dentro del contexto del combate real en el que los blancos y las técnicas más importantes están prohibidos en competencia. No tengo interés en criticar a los campeones que tienen un enorme compromiso y son casi invencibles en su dominio.
Simplemente eso sólo representa una parte muy limitada de la práctica marcial.
A veces se escuchan o se leen comentarios así como: "Sí, pero maestro X frente a campeón Y no se mantendría dos segundos.". Pero es sumamente estúpido, eso equivale a comparar cosas que no tienen nada que ver. ¿Podía Rostropovitch hacer más ruido que Metallica con su violín? Es probable que no. Pero tampoco era su meta.
Un campeón de deporte de combate en general saldrá bien de un combate ritual, una pequeña "pelea", puesto que podrá utilizar sus cualidades físicas. En un ring y protegido por pautas probablemente vencerá hasta a miembros de las fuerzas especiales tales como los SAS ou los Spetsnaz.
Pero no tendrá casi ninguna posibilidad de dar la cara a tales hombres entrenados para el combate a muerte en una lucha sin una sola pauta. Ni siquiera contemplemos el caso de un combate con cuchillo...
Es un poco la diferencia que sueles mencionar en tus crónicas entre el bujutsu, el budo y el kakutogi. ¿Puedes hablarnos de eso?
Los bujutsu son las técnicas marciales tradicionales. Son las disciplinas que practicaban los bushi, los guerreros japoneses. Su objetivo es destruir al enemigo de la forma más rápida y más eficaz. No existe ningún límite moral o técnico en cuanto a la manera de hacerlo, la supervivencia del practicante se basa en la aplicación de su saber.
Los budo son las vías que resultan de los bujutsu. Fueron creados entre finales del siglo XIX y mediados del siglo XX. Los más famosos y los más practicados son el Judo, el Kendo, el Karatedo y el Aikido. Su meta es la educación del hombre a niveles físicos y espirituales. La práctica es una base cuya finalidad destructora es secundaria. Son disciplinas de ética fuerte, lo que, en general, delimita la gama de sus técnicas.
Por último, los kakutogi son los deportes de combate que resultan de los budo. Incluyen las versiones deportivas de los budo y disciplinas nuevas tales como el Kick-boxing. Son distracciones deportivas nacidas desde mediados del siglo XX hasta hoy en día. Su objetivo es permitir el enfrentamiento de dos adversarios dentro del marco más igualitario y seguro posible. En consecuencia, los rigen muchas normas y su gama técnica es muy limitada.
Esta categorización corresponde a las artes marciales japonesas pero en general las prácticas marciales en su globalidad entran más o menos en una de esas categorías.
En el fondo, ¿no tienen los budo y los bujutsu esencia similar?
Depende de lo que llamas su esencia. Puede existir una gran similitud según las disciplinas y las escuelas. Pero hay que entender que, al principio, los bujutsu no incluían una enseñanza moral aunque, obviamente, el comportamiento del maestro y de los más experimentados era ya de por sí una enseñanza. Los samurai estudiaban el confucianismo y las materias morales de forma separada.
Las técnicas, aunque transmitían una enseñanza teórica, se basaban en situaciones pragmáticas. El alumno aprendía por ejemplo a matar a un mensajero o a un invitado por sorpresa. Le enseñaban a engañar, echar arena a la cara del enemigo, etc, etc... Es importante acordarse de que la probabilidad para que un practicante necesitara usar su arte con el fin de defender su vida era sumamente elevada. Entre los maestros del bujutsu algunos, como Miyamoto, alcanzaron el estado despierto. Pero era una consecuencia, no una meta. En una época en la que los desafíos y duelos eran frecuentes, a un adepto no se lo medía según su realización espiritual sino con el número de enemigos vencidos.
Los budo al contrario son métodos de educación. Si algunos maestros han resultado ser temibles combatientes, a veces hasta en situaciones de vida o de muerte, su enseñanza técnica suele ser alejada de la realidad. Basta con imaginarse a un practicante de Kyudo en un campo de batalla para comprender el desfase que puede existir entre una disciplina de objetivo práctico tal como el bujutsu y el ritual de los budo. El bujutsu y el budo son prácticas cercanas pero distintas. Toda comparación entre ellas es un poco artificial porque, aunque puedan tener resultados similares, es más una excepción que la regla y sus metas son muy diferentes.
¿Qué es del Systema o de los métodos de defensa personal modernos y de las artes marciales artísticas?
Las artes marciales artísticas pueden clasificarse entre
los kakutogi. La confrontación no se hace por el combate sino por una
evaluación de formas, como en el patinaje artístico. Pero las
competencias de formas también existen en Karaté deportivo por ejemplo.
En lo que concierne al Systema o a los métodos de defensa
personal, es verdad que no se clasifican fácilmente en una de las tres
categorías. De hecho, esa clase de trabajo es muy minoritaria en Japón,
es un país muy seguro en el que la gente no vive temiendo una agresión.
Uno de los principales atractivos de los métodos de defensa personal es
poder desarrollar una capacidad para defenderse rápidamente, por eso no
presentan en Japón el atractivo que pueden tener en Francia o en los
Estados Unidos.
Los que procuran saber combatir eligen sencillamente una disciplina que resulta de uno de los tres grupos mayores.
La clasificación bujutsu/budo/kakutogi es una
simplificación que encierra algunas excepciones e investigadores tales
como Donn Draeger elaboraron clasificaciones mucho más precisas. Se
podría clasificar el Systema y algunos métodos de combate modernos como
shin-bujutsu, técnicas marciales modernas, y los métodos de defensa
personal como goshinjutsu, técnicas de defensa personal.
El problema de las disciplinas modernas es que se necesita
tiempo para separar el grano de la cizaña. Si es innegable que el
Systema forma parte de la primera categoría y ya dio ampliamente prueba
de su valor, no es lo mismo en cuanto a muchas nuevas disciplinas que
desgraciadamente no son siempre efímeras.
¿Cuál es la diferencia entre un goshinjutsu y un shin-bujutsu?
(Risas) La definición de las cosas es necesaria para hablar de ésas con precisión pero a veces nos conduce a detallar demasiado.
Una de las diferencias esenciales es que normalmente las
defensas personales están creadas y enseñadas de forma que queden en el
marco legal.
Su objetivo es enseñar a protegerse de agresiones y no de
tentativas de asesinato. Para respetar la noción de proporcionalidad,
entonces, lógicamente se excluyen todas las técnicas letales.
En cambio un shin-bujutsu es un sistema de combate moderno
que, así como los bujutsu tradicionales, aspira a destruir al enemigo
de la forma más radical en el tiempo mínimo. Por supuesto se edulcoran
las versiones enseñadas al público pero es la esencia de la disciplina
para los que la practican en el ámbito de una necesidad real.
También existe una diferencia notable a nivel de la
práctica. Mientras que la mayoría de los métodos de defensa personal
modernos se basan en una utilización del cuerpo con tensión, parecida a
lo que se encuentra en los kakutogi, deportes de combate, el Systema de
Vassiliev se basa en la suavidad y el relajamiento como en los bujutsu
auténticos. Si la primera forma de trabajo puede ser eficaz, eso queda
muy limitado en comparación con la segunda.
Las disciplinas nacen de acuerdo con las necesidades y la
mentalidad de la época en la que están creadas. Hoy los adversarios que
se podrían encontrar en una vida probablemente no tendrían más que un
saber marcial muy limitado. Así que los métodos modernos de defensa
personal son suficientes y dan resultados satisfactorios en un tiempo
limitado. No había casi ninguna probabilidad para que un bushi del siglo
XVI terminara su vida sin enfrentarse a otro guerrero y sin participar
en varias batallas. Entonces la eventualidad de la muerte estaba
presente de manera permanente en su mente. Aunque se supusiera que él
había superado el miedo a la muerte, le quedaba el deseo de servir a su
señor y de traer la gloria al nombre de sus antepasados. Así que su
compromiso en un arte sumamente sofisticado era obvio.
Los deportes de combate y su mediatización también corresponden a nuestra época, desgraciadamente...
Así que, a tu parecer, ¿la eficacia en el combate se basa en la modificación de la utilización del cuerpo?
No necesariamente. Hino sensei es, ya lo sabes, un maestro
que combatió mucho, en particular en la calle. Dio la cara a numerosos
adversarios armados con cadenas, cuchillos, y también armas de fuego.
Una noche cuando estábamos viendo videos de artes marciales en mi casa
le mostré uno de un famoso instructor francés de defensa personal. Su
trabajo le pareció muy interesante y me dio explicaciones apasionantes
que yo no había notado respecto a lo que demostraba ese instructor.
Entonces le pregunté si él pensaba que este señor había modificado la
utilización de su cuerpo. Me dijo: "Para nada. Esta persona combatió
mucho, se nota. Lo que enseña es interesante y eficaz en combate pero no
hay modificación de la utilización del cuerpo.".
Los métodos de modificación del uso del cuerpo necesitan
que les dediquemos mucho tiempo y con mucha intensidad antes de que den
resultados. Tomemos el ejemplo de bushi que se entrenaban cada día
durante seis horas. Al cabo de un año habían acumulado más de dos mil
horas. Seis mil en tres añoss. Hoy un practicante asiduo practicará más o
menos tres horas por semana. Si quitamos las vacaciones y los días
feriados serán unas ciento treinta horas al año. ¡Necesitaría casi
cincuenta años para practicar tanto como el bushi en tres años! Dejando
de lado la idea de que el practicante actual lo hará en general con
ánimo de relajación mientras que para el bushi se trataba de un asunto
de vida o de muerte.
A mi juicio la modificación de la utilización del cuerpo
es la llave de mayor eficacia. Pero se necesita un compromiso
consecuente antes de que el practicante pueda desarrollar una eficacia
en el combate gracias a tal modificación. Los métodos de defensa
personal trabajan basándose en el uso del cuerpo clásico y cotidiano de
los practicantes y dan mejores resultados a corto plazo.
¿Qué es esa modificación de la utilización del cuerpo?
(Risas) LA pregunta. Eso puede abarcar cosas muy distintas
según las escuelas. La enseñanza del Aunkai de Akuzawa sensei es el más
extraordinario método de desarrollo, generación y recepción de fuerza
que yo he visto. El trabajo del Shinbukan de Kuroda sensei desarrolla el
cuerpo más flexible y más sensible que he encontrado.
La enseñanza de cada escuela refleja las concepciones del combate de su fundador.
Fundamentalmente podemos decir que hay una modificación
del uso del cuerpo desde el momento en que éste empieza a ser capaz de
realizar cosas de forma distinta. Obviamente en el contexto marcial eso
tiene que traer algo más, o sea un aumento de la eficacia en el combate.
Desde afuera el ademán de un adepto podrá parecer similar al de
cualquier individuo. Pero el trabajo interno será totalmente distinto,
así como los efectos de su movimiento. Puede tratarse de emplear
músculos diferentes con el fin de efectuar el mismo ademán, o de
utilizar los mismos músculos pero de manera distinta. Las variaciones
son innumerables.
¿Sólo existe tal modificación del cuerpo en las disciplinas marciales?
Muchos hombres en situación de vida o muerte modificaron
la forma de utilizar su cuerpo, a menudo sin estar conscientes de que lo
hacían.
Estaba hablando hace poco con un alpinista de muy alto
nivel quien me explicaba que su cuerpo flotaba. Y en efecto yo había
percibido en él una "ligereza" que no correspondía a su peso. Ukimi, el
cuerpo que flota es una teoría de la escuela de Kuroda sensei. No se
trata del mismo flote y no se realiza con la misma meta pero en ambos
casos hay modificación.
El asunto no es saber si el hombre puede lograr utilizar
su cuerpo de otra manera y de forma más eficaz, lo puede. En las
tradiciones marciales el asunto es la posibilidad de transmitir tal
enseñanza. Y los ryu habían conseguido crear métodos que permitían
modificar la utilización del cuerpo de los adeptos.
La noción de vida o muerte pone al ser humano en un estado
increíble en donde quien logra superar el miedo se vuelve capaz de
movilizar recursos extraordinarios. Los hombres que vivieron esa tensión
de muerte a lo largo de su existencia desarrollaron una ciencia del
cuerpo que no tiene equivalente en la historia de la humanidad. Pese a
su compromiso en sus disciplinas los atletas no conocen tal estado. Es
por eso que muchos de ellos van a buscar en la práctica de Kono sensei o
de Hino sensei un saber más fino que el de sus entrenadores, algo que
les permita mejorar sus habilidades.
Hablas de la práctica en términos de eficacia
marcial, de modificación del uso del cuerpo. ¿No te interesa el aspecto
espiritual?
En mi opinión las vías marciales son un método de
educación del corazón, del cuerpo y del espíritu. Para muchas personas
el budo es una práctica que resulta de los bujutsu pero que se alejó de
ésos en la práctica. Pero a mi parecer el budo ha de ser más que el
bujutsu en el sentido en que debería integrarlo y añadirle al mismo
tiempo una dimensión ética. Entiendo que para ciertas personas el
aspecto marcial no sea importante en la búsqueda de desarrollo personal
que han emprendido. Pero entonces ¿por qué molestarse con un protocolo
marcial superfluo? Existen muchos métodos de desarrollo tal como el Yoga
que no se refieren al mundo marcial y que son tan o más eficaces. Elegí
la práctica marcial porque es un universo que me gusta. Para mí es
importante mantener la coherencia marcial si deseamos alcanzar los
resultados que buscamos por esta vía. Así que el budo que trato de
enseñar contiene el aspecto marcial que resulta del bujutsu, pero es
importante y necesario añadirle una dimensión ética.
¿Cómo se manifiesta eso? ¿Lo enseñas por la palabra, citando a maestros por ejemplo?
No, en general no. En efecto si tuviera que hacerlo lo
haría citando a maestros ya que sinceramente yo estoy lejos de cualquier
realización espiritual. Pienso que la práctica del Aikido contiene en
sí la enseñanza de Osensei. Aquello constituye su grandeza y su genio.
Es un mensaje universal ya que está más allá de las palabras. No es necesario formularlo para entenderlo.
Las técnicas del Aikido son metáforas. El conflicto que
simulan lo resuelve una técnica marcial cuyo corazón es la compasión. La
actividad física da lugar a una transformación espiritual. El que se
pasa el tiempo bloqueando tsuki y contestándoles por un tsuki
evolucionará de manera diferente de quien los esquiva y desvía a su
adversario antes de controlarlo con suavidad. Normalmente en Aikido cada
técnica se termina preservando al que la está aplicando y también al
que la está recibiendo, aunque esté controlado.
¡Claro que marcialmente el mensaje de Ueshiba es una
utopía! Pero es de aquellas que cambian el mundo. Opino que su herencia
es tan importante como las que nos legaron Gandhi o Martin Luther King.
Sin duda aún más ya que no necesita explicaciones.
El practicante fulano que se matricula en un dojo de
Aikido por lo general va ahí con razones bastante triviales. Procura
relajarse, volver a ponerse en forma, aprender a defenderse, etc, etc...
Paulatinamente y sin que se dé cuenta la práctica lo va a cambiar. De
forma relativamente superficial, mejorando su salud, divirtiéndolo, y
sobre todo en lo más profundo de sí mismo. Clase tras clase hace frente a
ataques y aprende a contestarlos por la no-oposición.
Entrenamiento tras entrenamiento aplica técnicas
impregnadas de compasión ante los ataques que recibe. Muy naturalmente
ese comportamiento contagiará cada acto de su vida cotidiana, haciéndolo
un hombre que desarrolla su potencial mientras integra una ética
humanista.
He considerado siempre que los budo, y en particular el Aikido, son las prácticas marciales que deberían ser las más difundidas.
Nunca hemos necesitado métodos de educación eficaces tanto
como hoy, cuando reinan el dinero y el individualismo. El respeto de sí
mismo y de los demás que es la base de los budo es un valor en vía de
extinción...
¿Por qué consideras tú que el mensaje de Ueshiba es una utopía?
Porque preservar a su adversario es algo muy difícil.
Hay que tener un nivel muy superior al suyo para hacerlo
sin peligro. Mucho más fácil es destruir a su adversario. Además es
significativo que ese tipo de práctica se desarrolle sobre todo en los
países "seguros", entre las categorías de población menos susceptibles
de padecer asaltos. Pero, una vez más, es la más hermosa de las utopías.
La que perfecciona al ser humano. Por lo demás el que busca la eficacia
la encontrará con facilidad en el Aikido si sabe leer entre las
líneas... Las raíces del bujutsu aún están muy cerca.
Eres japonés por tu padre. Hablas japonés y vives en Japón.
¿Piensas que es importante conocer la cultura del país de origen de la práctica escogida?
Es una pregunta muy difícil... Así como te lo estaba
diciendo, el Aikido es universal y se basta a sí mismo. No necesita
palabras, así que no es necesario hablar japonés ni estudiar el Shinto.
En cambio es indispensable volver a situar las disciplinas que
practicamos dentro de su contexto si queremos obtener eficacia con
ellas. No dentro del contexto cultural en el sentido en que solemos
entenderlo, sino en el contexto cotidiano.
Una disciplina tradicional practicada con el cuerpo
utilizado de forma moderna sólo puede conllevar a una eficacia muy
limitada. Los métodos marciales tradicionales japoneses se basan en una
utilización del cuerpo fundamentalmente distinta de la de hoy. Así como
lo explica Kono sensei, los japoneses de antaño tenían un andar
homolateral. O sea que avanzaban la pierna y el brazo del mismo lado
simultánemente y que su espina dorsal no se torcía con la pelvis. Por
otra parte, caminaban en la parte anterior del pie, el talón salido de
sus zoori o setta.
Ahora todo el mundo, incluso en Japón, camina de manera
contralateral golpeando el suelo con el talón. Obviamente los resultados
no pueden ser los mismos si se basan en fundamentos radicalmente
distintos.
¿Entonces habría que caminar como los japoneses del pasado?
(Risas) El peligro es caer en los extremos. No es necesario imitar a los samurai para practicar las artes marciales.
Pero, en efecto, caminar sin torcer la espina dorsal, aun
manteniendo simplemente el torso de frente, puede inducir muchos cambios
a nivel de la práctica. De igual manera que el no golpear el suelo con
el talón, por no de caminar en la parte anterior del pie.
El andar es la actividad física fundamental del hombre. Su dominio es el primer paso hacia la modificación del uso del cuerpo.
Precisamente se dice que el hombre adquirió la humanidad
cuando adoptó la posición de pie. Cada uno, incluso el más ocupado entre
nosotros, camina diariamente. A cada uno le toca transformar en
práctica marcial ese tiempo que pasa en particular yendo a su lugar de
trabajo.
Primero por el trabajo en la forma, luego en la sensación.
Las cualidades tales como centración, disponibilidad, relajamiento se
pueden desarrollar de manera muy eficaz. Hoy la gente piensa que sabe
caminar porque consigue ir desde un punto A hasta un punto B. Eso
equivale a decir que sabemos tocar música porque logramos hacer ruido al
aplastar las teclas de un piano.
Insistes constantemente en un trabajo con
relajamiento y suavidad y parece que has excluido casi el trabajo con
tensión. ¿Por qué?
Sencillamente porque el trabajo con tensión no es eficaz
en el marco de un combate real y frente a una persona más fuerte que uno
mismo. Tampoco es eficaz en un combate deportivo pero son menores las
consecuencias. El trabajo con tensión es eficaz dentro de ciertos
dominios tales como la carrera de velocidad, la halterofilia y muchos
otros deportes. En combate sólo funciona frente a personas más débiles
físicamente y/o técnicamente. No es grave para deportistas cuya derrota
no significa la muerte. En cambio, entendemos que los adeptos del pasado
o alguien como el experto de Systema y veterano de los Spetsnaz,
Vladimir Vassiliev, quien conoció los campos de batalla, lo hubiesen
abandonado desde hace mucho tiempo.
Mientras que a Ueshiba lo consideraban sus iguales
como a un combatiente extraordinario, hoy se critica el Aikido por su
falta de realismo. ¿No habrá ahí un verdadero malestar?
Exactamente. Se critica el Aikido más que todo por sus
ataques irrealistas. Y se justifica. Si el ataque es incorrecto la
respuesta no tiene interés ya que se basa en un postulado falso. En
cambio a menudo la crítica está mal dirigida. En general son las formas
de los ataques, los golpes con las manos abiertas o los agarres que se
critican. Ahora bien esos ataques realizados de manera correcta son muy
eficaces. En realidad el problema procede de su ejecución.
Si los golpes de los practicantes de Aikido hacen reír a
los de Karaté no es por su forma ya que ellos utilizan también los
ataques con manos abiertas. Simplemente se dan los golpes exponiéndose y
desde distancia incorrecta, los agarres se realizan desde posiciones
vulnerables, etc, etc... Pero más que todo, todos esos ataques se hacen
con tensión. La tensión vuelve el ademán visible, lento, totalmente
ineficaz.
Sin contar con que entramos entonces en un mundo de competencia de fuerza.
Los agarres fijos con fuerza son otra especificidad
ridícula del Aikido. Un agarre con fuerza no permite sentir lo que está
pasando en el cuerpo del compañero. Sólo permite controlar un segmento
ínfimo de su adversario y no permite de ninguna forma impedir que él
golpee. También entorpece cualquier movimiento de quien lo ejecuta. Es
una forma de atacar que se desarrolló poco a poco en la base de una
incomprensión y que no existe en ninguna otra disciplina. La
no-competitividad del Aikido es una de sus riquezas. Pero fuera de una
enseñanza clara y precisa, da lugar a derivas de ese tipo. Es importante
para quien busca una coherencia marcial comprender que si tuviera que
combatir, esa clase de reacción resultaría suicida.
Si estudiamos también nuestra disciplina dentro de su
contexto de origen, es evidente que todos los agarres del kimono debían
ser leves. Un kimono es una prenda muy delicada que se descosía antes de
guardarlo. La única costura que ataba la manga con la chaqueta se
desgarraba con el menor uso de fuerza. Un agarre leve como los de Tamura
sensei o Kuroda sensei les permite sentir, controlar y anular el menor
ademán del adversario.
¿No puede permitir la técnica compensar una diferencia de fuerza?
Sí, pero de manera limitada. Simplificamos con una
parábola matemática en la que el vencedor es quien tiene el valor
absoluto más alto. Si opongo mi fuerza de 5 a la de 7 de mi adversario,
él me vence. Si la técnica me permite añadir 3, venzo yo. Ahora imagina
que tenga yo una fuerza de 2 y mi enemigo una fuerza de 8. Aunque se
adicionen los 3 de la técnica mi 5 no es suficiente y termino en el
cementerio. Si no le opongo mi fuerza de 2 o 5 al adversario sino el
relajamiento, no hay ningún límite. Es el secreto de la eficacia
marcial. Es lo que permite que los maestros mayores se deshagan con
soltura de jóvenes adversarios vigorosos. Es la enseñanza del Tao Te
King, "lo débil vence lo fuerte, lo suave vence lo duro".
Cualquier técnica basada en ángulos y palancas es un
trabajo de búsqueda de eficacia relativa. La verdadera técnica marcial
es una búsqueda de lo absoluto. Por supuesto son grandes palabras y
hermosas teorías. Pero detrás está una enseñanza concreta.
Cuando sucede una agresión o un combate el cuerpo entra en tensión. ¿No sería mejor aprender a actuar desde tal estado?
La tensión nace del miedo. Provoca no sólo la contracción
de varios músculos inútiles sino también la de numerosas fibras inútiles
en los músculos que necesitamos.
Nuestro cuerpo y nuestro espíritu están vinculados. Existe
un vaivén permanente entre ambos y cualquier cambio de estado en uno
tiene consecuencia inmediata en el otro. Imagina que algo te asuste de
súbito. Es una reacción de tu mente que se traduce en el instante por
una reacción de tu cuerpo. En general una tensión de todo el cuerpo en
un ademán de protección o de rechazo, en el peor de los casos de
parálisis. Tu respiración se acelera y se entrecorta. Pierdes el aliento
muy rápidemente, tus piernas tiemblan y ya no logras reflexionar de
forma correcta. Muy pronto caes en un ciclo infernal en el que el miedo
mantiene el miedo.
En los métodos de defensa personal modernos cuyo objetivo
es darle a cualquier persona algunos modos para contestar dentro de un
tiempo limitado, es probablemente mejor no buscar la complicación y
utilizar las respuestas habituales del cuerpo aunque sólo se alcance una
eficacia "limitada". Pero una eficacia limitada no es suficiente para
quien pone con regularidad su vida en juego. Por eso los bujutsu
conducían al practicante a modificar las reacciones de miedo instintivas
que son contraproductivas frente a un adversario experimentado. Hay que
domesticar el miedo para mantener el cuerpo relajado.
Pero considero muy importante el trabajo de relajamiento
por una razón esencial: es éste el que modifica profundamente nuestro
espíritu. Así como el miedo crea la tensión, el relajamiento trae la
calma y la serenidad. Vivimos en un mundo en el que las agresiones son
menos físicas pero no por ello menos numerosas.
Aprender a relajarse en el tatami llevará un cambio
profundo en el comportamiento mismo del practicante, en su manera de
enfrentar el estrés cotidiano. Ahí está probablemente el mayor beneficio
de la práctica.
Has conocido a numerosos maestros. ¿Quiénes son los que más te han impresionado?
¡Vaya!, es muy mala pregunta, ¿realmente quieres que me
destrocen? (Risas) Cada entrevista fue un encuentro. Claro que es
evidente que algunos me impresionaron más que otros. A nivel de la
práctica son los maestros Tamura, Kuroda, Hino y Akuzawa quienes más me
impresionaron. A nivel humano Shimizu sensei es para mí el que encarna
mejor el ideal del budoka.
Es muy difícil contestar tu pregunta porque, ya que me
habías dado carta blanca, sólo entrevisté a personas que ya me
interesaban al principio. Sin querer decir como en "l'école des fans"
que todo el mundo ha ganado, puedo decir sinceramente que cada maestro
al que presenté me impresionó.
¿Unas palabras para terminar?
Las vías marciales son múltiples y pueden aportarnos mucho.
Pero para eso es importante saber lo que buscamos y no
ilusionarnos respecto a nuestra práctica. Para mí son un increíble
método de autoeducación y me han permitido evolucionar física y
mentalmente.
Hoy en día el cine y la televisión forman las bases de una
representación de la eficacia que está muy alejada de la realidad. El
trabajo con relajamiento es la base de una transformación del cuerpo y
del espíritu.
Es gracias a esa clase de práctica que el adepto adquirirá
no sólo la mayor eficacia marcial sino sobre todo una transformación
profunda y positiva de su ser que lo conducirán a una mejor calidad de
vida.
Salvo la primera foto, derechos reservados.
Traducción Pauline-Siccardi Fuentes"