Hace ya tres semanas que no piso el tatami, que no voy al Dojo. Pero la práctica puede desarrollarse más allá del gimnasio bajo muchas formas. Al pasar estas semanas sin poder moverme mucho y con dolores de cabeza, al final uno tiende a encerrarse en el cerebro y mentalizarlo todo.
Me he dado cuenta del enorme desafío que es vivir sin el sentido de la vista. En los primeros días intentaba llegar al baño con los ojos cerrados. Inevitablemente chocaba con todas las paredes, umbrales de puertas y obstáculos vários por el camino. Pocas veces llegué sin abrir uno de los ojos para confirmar que iba por el buen camino. Pensé en Pauline, una compañera que hizo un increíble 2º Dan privada de la visión. Mis pequeños desafíos me parecían de parvulário.
Por fin me he dado cuenta de que cerrando los ojos es casi imposible caminar en línea recta. Es interesante cómo el cerebro no controla uno de los movimientos más básicos del día a día en ausencia de este sentido. También he percibido que la sensación de caminar en línea recta con los ojos abiertos es falsa. La visión nos asegura que no nos caemos y por ello pensamos que andamos sin desviarnos.
Andar en línea recta sin transferir el peso de forma perceptible al observador y ser consciente de nuestro eje central es parte del secreto de la escuela de Kuroda Sensei, que parece un fantasma volando hacia nosotros cuando ejecuta sus katas. Actualmente, fijo un punto en el horizonte e intento verificar si puedo ir hacia él sin que se mueva, intento que mi eje central no oscile: ¡Imposible!
Puede parecer raro, pero también se puede entrenar de este modo fuera del tatami. Sé que es un espectáculo espantoso para los que me miran desde fuera. Pero al hacer el ridículo, a veces recuerdo una frase que me dijo mi profesor de Kung Fu, hace ya unos 13 años.
"Cuándo tenía quince años intentaba hacer la vertical por toda la ciudad, en la calle, esperando el bus, el metro. Me estampaba contra el suelo muchas veces delante de toda la gente. Unos se reían, otros me miraban seguramente pensando que era tonto y que ese no era sitio para hacer este tipo de cosas. ¿Sabeis qué? La única cosa que pasó es que aprendi a hacer vertical."
Guillerme da Luz