Los viernes intento preparar siempre algo distinto en clase, algo nuevo que resulte un desafío o que sorprenda a mis alumnos. En general me gusta exigir más fisicamente al final de la semana. Quizás porque sé que habrá tiempo para descansar bien el sábado y el domingo y poder volver en forma el lunes.
Los viernes son simbólicos para mi. Es el final de las jornadas laborales y del estrés del trabajo. Hay mucha energía acumulada, a veces la energía es negativa, pero también hay días llenos de energía positiva. En cualquier caso, son buenos momentos para testar nuestra stamina, nuestra técnica y nuestra concentración.
...ejem...
Por ejemplo el pasado viernes repasamos todas las técnicas que hemos estudiado desde septiembre, cuándo empecé a impartir las clases. Con poco tiempo para respirar y una hora por delante, mis compañeros sabían que no había espacio para malgastar energía. Es un test de fortaleza mental, una experiencia muy interesante, parecida a un largo exámen. Supongo que la diferencia principal es que terminamos queriendo impresionarnos a nosotros mismos más que a un tribunal. Finalizamos la clase con jiu-waza durante unos diez minutos (técnicas libres sobre un ataque). En algunas ocasiones, en los momentos de cansancio emerge nuestro mejor aikido... otras no, pero hay que intentarlo de de todos modos.
Lo que pensamos que hacemos...
Sin embargo, no siempre las clases del viernes consisten en hacer maratones de técnicas, caídas, etc. A veces recopilo técnicas poco usuales, algunas que no constan en el repertório normal de aikido, y las estudiamos. Otras veces dedico el tiempo a ejercícios que nos ayudan a entender la génesis de algún movimiento, o las variaciones casi infinitas que éstos esconden.
... lo que realmente hacemos XD
La verdad es que lo que más me emociona es oir a mis compañeros decir que les ha gustado mucho, o que les ha sorprendido, que quieren repetir... hago grandes esfuerzos para no perder la compostura y sonreír como un niño.
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