5.4.13

La inspiradora naturaleza

 Creci en las islas Azores. Son 9 islas portuguesas perdidas en el Atlantico Norte, a un tercio del camino entre Europa y Norteamerica.

Por ahí estan las Azores

 A lo largo de toda mi infancia me encontré rodeado de los paisajes mas impresionantes y abrumadores que he visto hasta el día de hoy. No me dí cuenta de lo importante que eran para mi los silencios profundos de los dias de verano y del ruído frenético de los fuertes vientos huracanados y húmedos del invierno, hasta que vivi las estaciones del año fuera de las islas. 

 
 Isla Terceira (donde creci) Foto Rui Cunha
 
 
 Isla de Pico en invierno - punto más alto de Portugal

Es dificil explicarle a un forastero qué es lo que apasiona de estas islas. Puede ser el sentido del humor peculiar, la forma de vivir algo alejada de las leyes del resto del país, la sana adicción a las amistades vitalícias, los saludos a tod@s en la calle, las fiestas de verano y las de invierno, las historias, las risas hasta no poder más, dormir en la calle sin un policia despertándote para mandarte a casa (por tu protección, por supuesto). 

  

 
 Saltar al agua en la isla de S. Miguel - el estado salvaje

Hay también una sana sensación de aislamiento y no me refiero a recursos naturales ni tecnológicos o humanos, porque estos existen como en cualquier otra lugar. Es estar alejado de las áreas fuertemente contaminadas, el sentirte conectado a un estado más salvaje (o la posibilidad de visitarlo a menudo) de poder ver grandes animales mucho más antiguos que el hombre y a quienes debemos respeto, o simplemente por poder estar sólo en los elementos. Todo esto hace que hace que me sienta más humano.

 
 Delfines en el canal

Cachalotes en los mares del sur de Pico

Alli hay pueblos imposibles, gente que no se atemoriza ante a la soledad, que se une y tiene más amigos que en una gran ciudad. Hay gente autosuficiente, hay funcionarios publicos, hay autónomos... todos se han adaptado a una extraña forma de vida.

 
 Isla de Santa Maria

 Playa escondida en la isla de S. Miguel

Crecer allí fué inspirador. Estuvó lleno de retos personales y sociales, fisicos y creativos. Tuve una infancia con pocas cosas materiales, pero lo tuve todo. No iba a guarderias para niños como ahora... cuando hacia buen tiempo bajaba las cuestas de la montaña en un trineo de cartón. 

¡Oh que felicidad crecer en la inspiradora naturaleza!


"Somos amantes... no podemos dejar de amarnos" 
Margarite Duras

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