Los seminarios son oportunidades únicas para condensar muchas horas de práctica en pocos días. El proceso de aprendizaje es complejo y lento y a menudo la capacidad de realizar las técnicas surge de repente, como si aprendiéramos por niveles. El momento en que eso ocurre no es predecible, y no siempre sucede en el tatami. De hecho, creo que lo más frecuente es que se dé pasado algún tiempo, tras condensar horas de entrenamiento.
En mi corta experiencia en diferentes artes marciales he aprendido que existe una cosa en común entre ellas: requieren dedicación y esfuerzo para una evolución satisfactoria. Es cierto que dependiendo del talento de la persona, se pueden hacer grandes progresos en muy poco tiempo si la comparamos con otra persona que posea menos talento natural. Sin embargo, incluso el superdotado puede estancarse rápidamente si no tiene ambición de mejorar.
Los seminarios presentan oportunidades para reciclarse y encontrar otros practicantes de diferentes contextos, experiencias marciales y incluso intereses dentro de la misma disciplina. De por sí ésta ya es una buena razón para intentar participar en este tipo de eventos. Myamoto Musashi dijo que el guerrero es fruto de sus experiencias, y creo que es cierto. Cualquier budoka que abra su mente a conocer los diversos puntos de vista marciales de otros practicantes gana herramientas de valor para su práctica. Hay que saber tener el corazón abierto y estar atento a ello para saber recoger los frutos de estas experiencias.
Pero para mi lo que más me atrae de los seminarios es la cantidad de detalles que podemos aprender y experimentar en poco tiempo.
Los detalles son el fruto más dulce de los seminarios que se desarrollan durante horas y horas de trabajo condensado. Si la persona que imparte el seminario es generosa, nos regala tesoros que son fruto de años de practica. Es la transmisión directa del conocimiento que puede impedir que cometas errores pasados y evoluciones más deprisa en el futuro. Son regalos que no se obtienen en ningún libro.
En mi corta experiencia en diferentes artes marciales he aprendido que existe una cosa en común entre ellas: requieren dedicación y esfuerzo para una evolución satisfactoria. Es cierto que dependiendo del talento de la persona, se pueden hacer grandes progresos en muy poco tiempo si la comparamos con otra persona que posea menos talento natural. Sin embargo, incluso el superdotado puede estancarse rápidamente si no tiene ambición de mejorar.
Los seminarios presentan oportunidades para reciclarse y encontrar otros practicantes de diferentes contextos, experiencias marciales y incluso intereses dentro de la misma disciplina. De por sí ésta ya es una buena razón para intentar participar en este tipo de eventos. Myamoto Musashi dijo que el guerrero es fruto de sus experiencias, y creo que es cierto. Cualquier budoka que abra su mente a conocer los diversos puntos de vista marciales de otros practicantes gana herramientas de valor para su práctica. Hay que saber tener el corazón abierto y estar atento a ello para saber recoger los frutos de estas experiencias.
Pero para mi lo que más me atrae de los seminarios es la cantidad de detalles que podemos aprender y experimentar en poco tiempo.
Los detalles son el fruto más dulce de los seminarios que se desarrollan durante horas y horas de trabajo condensado. Si la persona que imparte el seminario es generosa, nos regala tesoros que son fruto de años de practica. Es la transmisión directa del conocimiento que puede impedir que cometas errores pasados y evoluciones más deprisa en el futuro. Son regalos que no se obtienen en ningún libro.
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