Uno de los primeros grandes nombres del Aikido y del Budo con los que me encontré fue Stéphane Benedetti Sensei.
Le conocí en un seminario impartido en Alicante. Me vi involucrado en extrañas aventuras para conseguir transportar un camión pesado con decenas de piezas de tatami por peligrosos caminos de montaña. Al empezar el seminário al aire libre, en un entorno de montaña y con un dia soleado, Benedetti hizo el saludo al Kamiza. Seguidamente miró la montaña y una sonrisa de niño malo se le apoderó de la cara. Extendió sus brazos al aire y gritó con voz de Marlboro:
"La pereza es una ciencia"
Benedetti Sensei disfrutando del aire libre
Soy consciente de que mi sentido del humor es "especial" y que no siempre es comprendido. Ese día en medio de cerca de treinta caras muy serias, yo era el único que sonreía.
Las horas de clase me parecieron minutos. Los métodos poco ortodoxos que empleó para enseñar los conceptos de física, distancia y estrategia, fueron sencillos y directos, no pretendían esconder nada.
En mi corta experiencia como profesor de química, sé que sólo se puede explicar de una forma tan llana cuando verdaderamente se domina la materia. Fue lo que sentí en sus clases: la depuración de una vida de práctica, madurada y interiorizada. Todo parecía fácil a simple vista. Hacerlo era otra cosa.
En mi corta experiencia como profesor de química, sé que sólo se puede explicar de una forma tan llana cuando verdaderamente se domina la materia. Fue lo que sentí en sus clases: la depuración de una vida de práctica, madurada y interiorizada. Todo parecía fácil a simple vista. Hacerlo era otra cosa.
:)
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